Revista de Prensa


· 19/10/2013

La caza, y las actividades generadas en su entorno, se han convertido en un importante motor económico para las zonas agroganaderas gallegas. No hay que olvidar que se trata de una disciplina eminentemente rural, de donde también proceden la mayor parte de sus practicantes, como refleja el último estudio del Observatorio de la caza, realizado en el 2007. Según este informe, en esa época, la cinegética generaba un movimiento económico de 94,55 millones de euros al año en toda Galicia.

En el caso de la caza menor, su buena salud depende en gran parte del mantenimiento de actividades agrarias en retroceso, como los cultivos cerealísticos o los desbroces. Es algo que saben bien desde la Federación Gallega de Caza, y desde la propia Xunta de Gakicia, que ofrece subvenciones para la mejora y conservación de los terrenos cinegéticos.

El número de solicitudes para esta campaña se ha quedado en 51. Ya en pasadas temporadas, desde la gestión de los tecores se resaltaba la dificultad para cumplir con los requisitos y adelantar las cantidades de la ayuda.

Mayores de 65 años

El estudio realizado por el Observatorio ofrecía un dato significativo: alrededor del 15 por ciento de los practicantes superaban los 65 años. Ahora se trata de encontrar el relevo generacional.