Eso supone primero entender el problema, luego aceptar el sacrificio de dejar de cazar y tercero aglutinar voluntades mayoritarias en esa dirección.
La peste, la neumonía hemorrágico-vírica, que este año atacó con virulencia, dejó sin conejos el monte. Si se matan las madres, las pocas madres que hay ¿qué conejos va a haber en el monte para el año? Así se expresan los cazadores implicados en la iniciativa que como objetivo final tiene cerrar la temporada del conejo el 1 de diciembre.
Son arriesgados porque supone dejar de cazar algo por lo que cotizan. Bien entendido que se trata de conejo, que sería a parir el 1 de diciembre cuando cierra la temporada de liebre y no afectaría a perdiz, arcea, raposo o jabalí. La medida tampoco impediría acudir al monte con perros. Para el conejo habría que dejar la escopeta en casa. Ir al monte con los perros es parte de la caza que interesa mucho a quien le gusta el monte más que para presumir de conejos abatidos en el bar. Entender eso no siempre es fácil, porque este tipo de ideas rondan por otras sociedades pero aún no hubo quien se atreviese a dinamizarlas. Precisamente el tercer frente, el de aunar mayorías es el que abrieron estos cazadores pioneros de Silleda. Elaboraron una carta donde se recaba nombre, DNI y firma, y acogiéndose al estatuto de la sociedad, solicitan al presidente la convocatoria de una asamblea general extraordinaria. Solo hay un punto del orden del día: «Cierre anticipado para la práctica de la caza del conejo». Pero quieren debate, que salga lo que salga sea democrático, que la asamblea soberana decida mayoritariamente si siguen así o apuestan por la caza del año próximo renunciando a la poca que hay este año y está inmunizada.
Las cartas con espacio para 17 firmas están en diversos puntos del municipio, capital, A Bandeira y parroquias. La recogida de firmas va bien y la idea es llevarlas a la sociedad la próxima semana. Para poder hacer asamblea requieren las firmas del 25 % de socios al día. Seguramente lleguen unas 60 y ya parecen superadas.