Revista de Prensa


El eco-terrorismo es un fenómeno nacido en Inglaterra en la década de los 70 que tuvo como principal víctima a la caza y que se ha extendido por todo el mundo. A día de hoy EEUU lo considera una de las 10 principales amenazas terroristas y, lamentablemente, ya ha cruzado nuestras fronteras.
· 27/6/2011

En este artículo se advierte del peligro que esconden algunas asociaciones de defensa de los derechos de los animales y otra serie de grupos animalistas en España, que aprovechan la creciente sensibilidad ecológica de nuestra sociedad para extender sus tentáculos, conseguir nuevos militantes y por supuesto financiación. Por suerte nos encontramos en un momento en el que el eco-terrorismo español se está gestando y aún estamos a tiempo de detenerlo.

El doce de febrero de 2002 los servicios antiterroristas de medio mundo volvieron la vista hacia los Estados Unidos. Ese día, James F. Jarboe, director de la Sección de Terrorismo Nacional de la División de Contraterro-rismo del FBI, presentó un informe en el que había invertido meses de trabajo. El presidente de la Subcomisión de Interior, Medio Ambiente y de otros organismos afines de los Estados Unidos, McInnis, el vicepresidente Peterson, el congresista Inslee y otros miembros del subcomité atendieron con semblante serio a la presenta-ción del informe, que había sido sintetizado en un inquietante título: “La amenaza del eco-terrorismo”.

Se puede decir que a partir de este momento el gigante norteamericano comenzó a tomarse en serio un nuevo género terrorista que, según sus cálculos, en Estados Unidos había provocado más de 600 actos criminales desde 1996 y había generado pérdidas por valor de 43 millones de dólares.

A la hora de analizar este nuevo fenómeno, James F. Jarboe afirmó: “Este tipo de terrorismo difiere del tradi-cional de derechas o de izquierdas en el que los grupos de interés tratan de resolver cuestiones concretas y conseguir un cambio político generalizado. Estos nuevos grupos terroristas suelen estar formados por orga-nizaciones de los derechos de los animales, pro-vida, del medio ambiente, anti-nuclear, y otros movimientos que recurren cada vez más al vandalismo y a la actividad terrorista para promover sus causas”.

Tal vez usted al leer estas líneas se pregunte qué tiene que ver todo esto con la caza y, desde un punto de vista más general, qué tiene que ver con nuestro país. Pues mucho, lamentablemente más de lo que nos gustaría. Pero antes de nada, y para ayudarles a comprender la magnitud de la amenaza que se cierne sobre los ciudada-nos de buena voluntad, comenzaremos haciendo un repaso a la historia del movimiento eco-terrorista, siempre camuflada bajo el amable rostro de la defensa de los animales o de la tierra.

Base ideológica

Como todo movimiento terrorista, el eco-terrorismo cuenta con una base ideológica con la que trata de legiti-mar sus acciones y captar nuevos militantes. Muchos de sus postulados se aproximan al ecologismo pero es esencial resaltar que no es lo mismo, a pesar de que en sus orígenes estuvo ligado a la deep ecology o ecología profunda. Este aspecto es muy importante subrayarlo desde el principio para no confundir ideas.

También cabe destacar que en la actualidad hay dos tipos de eco-terrorismo, el que se realiza en nombre de los animales, capitaneado a nivel mundial por el Frente de Liberación Animal, –ALF, sus siglas en inglés– y el que se realiza en nombre de la naturaleza y de la tierra, representado por el Frente de Liberación de la Tierra –ELF en inglés–. Nosotros nos centraremos en este reportaje en el animal, ya que es el que está más presente en nuestro país.

Esta conducta eco-terrorista nace cuando en 1970, el psicólogo británico Richard D. Ryder crea el concepto “especismo” que, según él, es la discriminación basada en la diferencia de especie animal. Dicho en otras palabras, se refiere al hecho de considerar al hombre superior al resto de especies animales. Por tanto, el “antiespecismo” eco-terrorista es contrario al antropocentrismo –el hombre como medida de todas las cosas– que ha marcado los designios de la Historia y que ha configurado el mundo moderno que hoy conocemos y disfrutamos.

Ideológicamente también se enfrenta al teocentrismo y considera que todos los seres vivos con capacidad de sentir se merecen un respeto moral. Esta es la razón por la que no exigen el mismo respeto para los seres vivos vegetales, porque, según ellos, estos últimos “no sienten”. Estamos hablando de dos nuevos conceptos como son el biocentrismo y el sensocentrismo.

Liberación animal

Los objetivos finales de este movimiento terrorista son acabar con el sometimiento de los animales a la especie humana y declarar la igualdad de derechos entre los animales y las personas, entre los que, para ellos, no existen diferencias.

Resulta paradójico este fin si tenemos en cuenta que rechazan el antropocentrismo, que es el que ha permitido crear esos derechos del hombre que ahora ellos pretenden extender a los animales.

Para conseguir estos objetivos recurren a campañas de concienciación social que en la mayoría de los casos se apoyan en organizaciones sin ánimo de lucro y a lo que ellos denominan “acción directa”. Esta “acción directa” se traduce en actividades ilícitas como pueden ser robos, amenazas, envío de cartas-bomba, incendios, agresio-nes físicas, extorsión, etcétera, con el fin de cambiar conductas de determinadas empresas y personas a través del miedo.

Como en todo movimiento de esta naturaleza, la regla de “el fin justifica los medios” es empleada a diario bajo el convencimiento moral de que ello servirá para alcanzar un objetivo legítimo. Incluso se permiten el lujo de comparar a la sociedad que se beneficia de los animales –ya sea por su carne, sus productos, su trabajo, etc– con la Alemania nazi y, en un símil perverso, a ellos como los salvadores de los judíos encerrados en los campos de exterminio. En resumen, se creen en posesión de una verdad absoluta producto de un fanatismo desbocado.

Simpatizantes

Si hay una característica que se puede destacar en todos los simpatizantes del eco-terrorismo es la defensa a ultranza del veganismo. El veganismo es el vegetarianismo estricto, un estilo de vida que se abstiene por com-pleto del uso o consumo de productos de origen animal. La diferencia entre un vegetariano y un vegano es que un vegetariano no come carne pero puede consumir productos lácteos, huevos o incluso pescado. También puede utilizar productos de origen animal como ropa, calzado, etcétera.

El veganista es completamente radical, no come ni usa productos de origen animal y se opone a que el resto de la humanidad lo haga, despreciando a todos aquellos que no se encuentran dentro de la filosofía que predica el veganismo. Como rasgo común se puede decir que el primer paso para convertirse en vegano es hacerse vege-tariano y posteriormente irse radicalizando ideológicamente.

Orígenes

Antes de nada, volvamos la vista hacia atrás para conocer el verdadero origen de este movimiento, que tuvo como primera víctima el mundo de la caza.

En 1964, John Prestige creó en Inglaterra la Hunt Saboteurs Association –Asociación de Saboteadores de la Caza– para intentar acabar con esta actividad dentro del país. Ese fue el punto de partida. Es importante destacar que en sus comienzos esta asociación actuaba dentro de la legalidad y que oficialmente criticó a aquellos activistas que delinquieron para alcanzar sus objetivos.

En poco tiempo consiguió que la asociación contara con militantes por todo el país que trataban de estropear las cacerías con métodos legales.

En 1971 se creó un nuevo grupo de saboteadores en Luton, capitaneado por un estudiante de derecho llamado Ronnie Lee que, no conforme con los resultados obtenidos con los métodos legales, un año más tarde creó junto a Cliff Goodman y algún activista más la Band of Mercy –Banda de la Misericordia–. Con este primer germen empezaron a sabotear escopetas de cazadores, a destrozar sus coches y a realizar otros actos de vandalismo. La línea de la legalidad acababa de ser dejada atrás.

En noviembre de 1973 este grupo dio un paso más y prendió fuego en dos ocasiones a un centro de investiga-ción científica que se estaba construyendo y en el que se iba a experimentar con animales con el fin de obtener avances que más tarde se pudieran aplicar para el beneficio humano. Los daños ascendieron a 46.000 libras y la banda, ya organizada, emitió un comunicado en el que se autodenominaba como “organización guerrillera” .

Aprovechándose de la siempre socialmente mal vista “caza” de focas, un año más tarde prendieron fuego a varios barcos que estaban a punto de zarpar hacia las costas de Norfolk para capturar estos mamíferos. A estos primeros actos le siguieron muchos más en los que se continuaban atacando negocios que se servían de los animales o fabricaban productos para cazarlos como por ejemplo las industrias armeras. El eco-terrorismo empezaba a cobrar vida.

En 1974 Ronnie Lee y Cliff Goodman fueron arrestados y condenados a tres años de cárcel al volver a atentar contra el Oxford Laboratory Animal, en Bicester. Sus simpatizantes empezaron una campaña para conseguir su libertad y dar una imagen de héroes al público de la que incluso se contagió el importante diario Daily Tele-graph. Después de cumplir la condena, Ronnie Lee salió de la cárcel, reunió a lo que quedaba de su antigua ban-da y buscó un nuevo nombre para la misma. Era 1977 y acababa de nacer el ALF –Animal Liberation Front– FLA en español –Frente de Liberación Animal.

El ALF

La organización eco-terrorista ALF evolucionó en Inglaterra y más tarde se extendió por EEUU, Sudamérica, Europa, Rusia y Oceanía, llegando a ser considerada por el FBI como una de las 10 principales amenazas terro-ristas en 2005. Su estructura responde a un modelo de organización terrorista internacional parecida a la de grupos como Al Qaeda, aunque se diferencia de ésta en que no tiene líderes ni, aparentemente, una estructura militar y financiera en el sentido estricto.

En lo que sí se identifican es en que cuentan con células anónimas, sin conexión entre ellas, que actúan de forma clandestina e independiente y en la estructura de adoctrinamiento. La mayor parte de sus activistas no se conocen entre ellos, aunque utilizan Internet para contactar, promocionarse y reivindicar sus atentados. Todo esto lo hacen con una impunidad pasmosa, y cualquiera que tenga un ordenador en casa puede acceder a sus portales.

En ellos ensalzan y reivindican sus actos terroristas, ofrecen la descarga de revistas afines al “movimiento” e incluso libros en los que se explica, entre otras cosas, cómo se debe de actuar ante un interrogatorio policial en caso de ser detenidos.

Pero el grado de impunidad es tal que incluso se permiten el lujo de colgar sus manuales de iniciación, manuales de fabricación de explosivos y una gran cantidad de documentos en los que se aconseja sobre la mejor forma de delinquir o destruir “objetivos”. Aunque las páginas más importantes están en inglés y están registradas en Estados Unidos o Inglaterra, la mayor parte del flujo de información es traducido al español por una serie de portales afines a este nuevo modo de terrorismo.

La discreción y el secretismo de sus integrantes son los aspectos en los que más insisten a sus militantes, con-cientes de su naturaleza ilícita.

Fuera de nuestras fronteras –sobre todo en EEUU–, las autoridades juzgan las acciones de estos grupos como acciones terroristas. Es un aspecto muy importante que sorprendentemente en nuestro país no se tiene en cuenta y que incentiva a los simpatizantes españoles a cometer este tipo de delitos. Por ejemplo, si en Carolina del Norte la policía detiene al individuo que ha dado una paliza a un granjero por el hecho de ganarse la vida criando cerdos y tiene claras conexiones con los movimientos de “liberación animal”, se le juzga y encarcela como un terrorista más, mientras que en nuestro país la pena no llegaría más que a una indemnización dineraria por los daños originados.

Eco-terroristas en España

En España los movimientos terroristas inspirados en el ALF han evolucionado bastante en los últimos años, aunque afortunadamente todavía no tienen una importancia relevante. Sus atentados o delitos de extorsión se producen a pequeña escala en una gran parte de la geografía española. Es lo que el FBI denomina “terrorismo doméstico”.

El más sonado contra la caza fue el que tuvo lugar en Auñón –Guadalajara– cuando el FLA asaltó las instalacio-nes de un perrero y se llevaron 37 perros de rehala. Ocurrió un 20 de febrero de 2000 y en TROFEO publicamos un reportaje sobre el suceso. De los perros no se volvió a saber nada.

La forma de publicitar estas acciones se realiza a través de Internet, en las páginas afines a los eco-terroristas que además han sido creadas con ese fin. Su impunidad resulta ignominiosa.

La naturaleza de las acciones puede ser de muchos tipos. Desde pintadas contra concejales de cultura o festejos de pueblos por programar corridas de toros, hasta sueltas incontroladas de miles de visones o agresiones físicas a rehaleros, granjeros, suelta de perdices de granja, etcétera.

El fin de la vivisección o experimentación científica con animales es otra de sus reivindicaciones tradicionales. Están en contra de que la ciencia experimente con otras especies diferentes a la humana para conseguir avan-ces, por ejemplo, en el mundo de la medicina para la cura de enfermedades como el alzheimer o el cáncer.

En España, este movimiento ha calcado la evolución que el eco-terrorismo ha seguido en Inglaterra y algunos de los acontecimientos que han tenido lugar durante los últimos años nos hacen pensar que nos encontramos en un momento crítico para frenar el avance de este “nuevo terrorismo” en nuestras fronteras. Se encuentra, por tanto, en una fase inicial en la que el uso de la violencia es minoritario y puntual, pero la creciente corriente “buenrollista” en torno al falso ecologismo y los bondadosos principios que pretenden vender a la sociedad los convierte en un auténtico peligro.

Como ya hemos dicho, estos grupos suelen estar relacionados con organizaciones sin ánimo de lucro que gracias a las siglas ONG pretenden beneficiarse de su aceptación social para atraer a nuevos militantes que más tarde lucharán por los verdaderos objetivos del “movimiento”. Unos objetivos que sin duda alguna son recha-zados por la mayoría de la sociedad y que ellos no manifiestan cuando se dirigen a la gran masa. Siguen, por decirlo de alguna manera, las formas del neofascismo europeo, el cual utiliza argumentos aparentemente razo-nables para alcanzar el poder e imponer después su propio sistema totalitario. Además, esta forma oscurantista y tramposa de “ganar clientela” puede acabar socavando la confianza que muchas personas tienen en las verda-deras ONG, creadas con unos principios de solidaridad sinceros.

La HSA española

Podemos decir que la versión española de la Hunt Saboteurs Association –Asociación de Saboteadores de la Caza–, que recordemos dio lugar al FLA, está representada por la Fundación Equanimal, una agrupación que ustedes recordarán por estar detrás del intento de boicot a los IV y V Campeonatos de Caza del Zorro de Galicia, por haber intentado reventar la masiva manifestación de cazadores del pasado 1 de marzo en Madrid y, más recientemente, por saltar al corso de Las Ventas en la Feria de San Isidro para pedir la abolición de la tauro-maquia.

Al igual que la HSA, que siempre criticó la acción violenta y los métodos ilegales del por aquel entonces recién nacido Frente de Liberación Animal, la fundación Equanimal rechaza los modos ilegales, aunque se aprovecha de la alegalidad y, como veremos, también sobrepasa la ilegalidad.

Figura en el Registro de Fundaciones con el número 280015, tiene su sede en la C/ Estrada Camposantos, nº 514, en Vigo (Pontevedra). Oficialmente sus fines son: “Promover un trato ético y respetuoso con ellos –los animales–; apoyar toda idea conducente al reconocimiento de derechos jurídicos y morales para los animales; informar sobre la clase de trato sufrido por los animales en cualquier ámbito; sensibilizar al público sobre las distintas capacidades moralmente relevantes manifestadas por los animales; promover un consumo ético, es decir, que tenga en cuenta el origen del producto y la forma de producirlo”.

Su director se llama Eladio Ferreira que, entre otras cosas, fue detenido en el último Campeonato de Caza del Zorro de Galicia y fue acusado de desacato a la autoridad y de provocar lesiones a un agente de la Guardia Civil, un hecho que aprovechó para quedar como un mártir o un héroe de los animales y que narra en una de sus múltiples páginas web de forma patética.

Están en red

La Fundación Equanimal utiliza Internet para extender su ideología animalista y divide sus objetivos en varios frentes. De esta forma cuenta con, al menos, once páginas web registradas a nombre de Eladio Ferreira o Diseño Vegano.

Las hay para todos los gustos, desde páginas contra el uso de pieles a portales antitaurinos, pasando por boicot a la caza, “derechos” para los grandes simios, contra las granjas de animales, alimentación vegetariana e, inex-plicablemente, una web sobre “rescates” de animales “a cara descubierta”.

Esta última –www.rescate-abierto.org– es una de ésas que crea motivos de preocupación. En ella se muestra el video del “rescate” de varias gallinas en una granja sin determinar. En otras palabras, enseña cómo miembros de Equanimal asaltan una granja de gallinas entrando por la ventana, roban varias de ellas y después crean una página web para promocionar su hazaña. Además de no ocultar su rostro, Olaia Freiría, Idoia Etxeberría, Jennifer Alvarado y José Ramón Mallén, han publicado sus nombres y sus fotos en dicha página web reivindi-cando la autoría de este delito.

No contentos con eso, acudieron a la cadena de televisión vasca ETB donde no sólo cubrieron la noticia sino que además ensalzaron a estos jóvenes como héroes. Sorprendentemente las autoridades no han movido un músculo contra un claro delito, que es entrar sin permiso y por la fuerza en una propiedad privada.

Según uno de los manuales de iniciación del FLA, las liberaciones a cara descubierta –generalmente se suele ocultar la identidad– “sirven no sólo para rescatar a los animales en cuestión, sino para emplearlas y sacarles el máximo partido para difundir el mensaje de la Liberación Animal”.

Otra característica común de las páginas web de Eladio Ferreira es la insistente presencia de una ventana para hacerse socio y realizar donaciones económicas a la Fundación Equanimal. Un interés demasiado reiterativo para tratarse de una organización sin ánimo de lucro.

No se puede decir que esta fundación sea eco-terrorista, pero sí es cierto que algunos de sus miembros recono-cen en los foros de Internet su simpatía hacia acciones eco-terroristas o, como ellos denominan en su argot, de “liberación animal”. En este sentido cabe destacar que el mundo que rodea a este tipo de terrorismo es muy complejo y tenebroso, por lo que ninguna persona física o jurídica reconoce abiertamente su pertenencia a él. Por este motivo, el trabajo de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado se complica.

Conexiones con el eco-terrorismo internacional

Pero la de Equanimal no es la única conexión que existe en España entre una ONG animalista y el oscuro y oculto mundo que rodea al eco-terrorismo. En una entrevista al tristemente famoso Ronnie Lee publicada en uno de los panfletos españoles simpatizantes del ALF, “Sombras y Cizallas” –concretamente en su número 7– el que fuera fundador del ALF afirmaba: “Hay un canódromo llamado Meridiana en la provincia de Barcelona. Es el último que queda en España. El grupo SOS Galgos está haciendo una campaña contra este lugar y se puede encontrar más información en http://www.sosgalgos.com/. De acuerdo con la información que nos propor-cionó SOS Galgos, Meridiana es un lugar en el que los animales son mantenidos en condiciones lamentables”.

SOS Galgos es otra ONG que martiriza constantemente a los galgueros españoles y declaraciones como ésta ponen de manifiesto las comprometidas y ocultas relaciones que, según Lee, al menos alguno de sus miembros mantiene con uno de los eco-terroristas más famosos de la historia.

Conclusiones

Nos encontramos en un momento en el que en España se está cultivando un nuevo tipo de terrorismo vinculado a las sociedades desarrolladas. Un país en el que desafortunadamente el terrorismo no se caracteriza por sernos ajeno y que se ha convertido en uno de los principales lastres para los gobernantes y para los ciudadanos que lo tenemos que sufrir.

Como ya hemos visto, el eco-terrorismo suele nacer en organizaciones sin ánimo de lucro, que inicialmente actúan desde la alegalidad y la tímida ilegalidad y que cuando ya cuentan con una estructura humana lo sufi-cientemente potente se radicaliza y pasa a los atentados. Entre otros muchos países, sucedió en Inglaterra, sucedió en EEUU, sucedió en Australia, sucedió en Rusia y ahora está sucediendo en España. Es importante que la sociedad –cada vez más sensibilizada con los temas ecologistas– sepa qué se esconde tras el amable rostro de aquellos que están en contra de la caza, de los toros, de la investigación con animales o del consumo de un simple filete de vaca con un huevo frito.

Oscuros objetivos que, además de lucrar a sus organizadores, en un gran número de países se han materializado en atentados, incendios a laboratorios científicos, laboratorios universitarios, cócteles molotov, cartas-bomba, atentados, palizas, amenazas de muerte, ruinas de explotacio-nes ganaderas e, incluso, envenenamiento masivo –con estricnina entre otros venenos– de alimentos de origen animal antes de ser puestos a la venta para su consumo humano.

Se trata de un terrorismo muy difícil de combatir por el oscurantismo que lo envuelve y que en España ahora tenemos la gran oportunidad de detener antes de que alcance mayores magnitudes. La caza es sólo uno de sus principales objetivos, pero este cáncer se puede extender a toda la sociedad, por eso es muy importante aprender del ejemplo de otros países y frenarlo antes de que evolucione.