Volver ao inicio
Inicio Calendario Buscar Contacto

 
MENÚ
Últimas novas
Buscar
Ver arquivo de novas
Ver novas por ano
Revista de prensa
Imprimir esta nova
¡A la caza!

ROMPEN EL TÓPICO  Son mujeres jóvenes que tienen un objetivo el fin de semana: salir a cazar. En YES les seguimos el rastro. 

| Sandra Faginas / Yolanda García · 5/12/2015

María Pedreira (A Laracha, 1994) tiene una buena arma: sus ojos. Su mirada esconde, como en aquella película de Ricardo Darín, un único secreto que la delata nada más fijarse en ellos: «Se puede cambiar de cara, de casa, de familia, de religión, de dios? pero hay una cosa que no puede cambiar: no se puede cambiar de pasión». Para María, la única mujer cazadora de A Costa da Morte, la caza es una pasión que le impide razonar con entendimiento, aunque la primera pista que nos da es clave. Si seguimos su rastro enseguida comprendemos que no puede separar la caza de su padre. De él heredó su afición y con él sigue saliendo al monte cuando se dan las condiciones atmosféricas (ni lluvia ni mucho sol) y por él caza lo que caza: «conexos». Y aquí hay que respetarle la palabra tal y como la pronuncia. «Eu cazo conexos por meu pai, foi o que aprendín, pero se el fose ao "jabalí" cazaría "jabalíes"». La emoción le puede cuando habla de sus perros, en casa tiene más de 20, y son ellos el motivo principal de una afición que comenzó a los 4 años. A los 12 su padre le enseñó a coger una escopeta y a los 16, la edad mínima  para poseer un arma en Galicia, ya tenía la licencia y el permiso. No quiso perder ni un minuto de disfrutar al aire libre junto a sus perros. ¿Cómo explicarías a alguien ajeno a este mundo qué sientes cuando cazas? «A min o que máis me gusta é adestrar os cans, a moitos xa os coñezo só con escoitalos ladrar, sei cal é cada un só por iso. A min gústame ese proceso de como localizan a peza, de como seguen o rastro, como ladran para avisarte, o de menos é disparar, o mellor estar cos cans». 

CLARO QUE HAY MIEDO

María lo tiene tan claro que no se espanta ante quienes, con desconocimiento, la pueden juzgar insensible: «Ignóroos, que lles vas dicir...». ¿Y serías capaz de matar una mosca? [Se ríe] «Eu non son nada valiente, téñolle moito medo sobre todo ás serpientes, por sorte nunca vin ningunha no monte porque non sei como reaccionaría», explica. María caza con ese instinto natural de llevarse la pieza a la boca: «Eu  cazo para comer, e enténdoo da mesma maneira que se mata un terneiro ou un cocho, pero non me gusta ver sufrir os animais». Aunque ella tiene esa precisión también vital de quien donde pone el ojo pone la bala, sobre todo en lo que debe llevar a cabo: «Se empezo unha cousa, sempre a remato». Ahora está haciendo un ciclo superior de energías renovables y a su alrededor, dice, no se extrañan de su afición. «Si que é verdade que son a única das miñas amigas que caza, pero eu nunca falei disto na escola». ¿Y a los chicos... los espantas? «De vacile moitas veces dinme: xa non chega con que teu pai teña unha escopeta que ademais tela ti». Viéndola posar como la diosa Diana cualquiera diría que coge lo primero que encuentra en el armario, a las 6.30 de la mañana para echarse hasta la una de la tarde todo el día en el monte, pero es así. «Vou sempre con roupa vella, vaqueiros, xersei e botas, non me gusta ir de marca». Otra cosa es cuando sale con sus amigos. «Entón si que me arreglo, poño tacón e todo o que faga falta». Pero por si acaso avisa: ahí no hay quien la cace.

 

«SON A ÚNICA MULLER DO GRUPO»

Puedo decir, y digo, que el bicho más grande que he matado en mi vida más allá de una mosca ha sido una avispa asiática, que ya campa a sus anchas por media Galicia. Del reino animal salvaje me he cruzado en numerosas ocasiones, al volante por carreteras rurales sinuosas, a corzos y hasta una familia al completo de jabalíes (cinco ejemplares) cruzando de lado a lado cual The Beatles por Abbey Road. Con el tiempo me acostumbré a ver cuadrillas disfrutando de su pasión dominical o en festivo, la caza. 

En una de ellas descubrí a Ariana Rego Alonso (Vilaronte-Foz, 1990). No conoce a ninguna mariñana más que la practique. Que se aficionase al mundo de la caza, muy masculinizado, podría causar sorpresa por razón de sexo pero no tanto si observamos que creció rodeada de cazadores: «Están metidos meu pai, meu irmán, meu home, o meu cuñado, meu sogro e eu son a única muller do grupo. Xa cando era máis pícara ía con meu pai a ceibar os cans. Ao xabarín empecei con 17 anos (...) Non me daba vergoña ir porque á xente xa a coñecía. Trátanme como unha máis».

    Precisamente fue un jabalí de entre 35 y 40 kilos «o primeiro que matei», recuerda, lamentando que debido a un problema en un brazo lleva «case 4 anos que non pode levar arma», «pero como me gusta tanto a caza, levo os cans», dice. El porco bravo que a veces nos pega algún que otro susto en el vial o deja cosechas como el rosario de la aurora es su pieza favorita, no así el ciervo. «O xabarín é máis escurridizo, é máis entretido para min», señala. «Normalmente vou a Ferreira cazar coa cuadrilla do carteiro de Frexulfe pero primeiro estiven na de San Martiño de Foz con meu pai. Este ano xa cazo na de Cordido», indica. A su Luis lo conoció en una de esas agrupaciones de cazadores. Aprovechando el símil, podemos decir que Ariana apuntó... y acertó. ¿O fue Cupido?

   La caza es exquisito plato navideño. La fiesta está ahí, le sugiero: «A verdade é que nunca cociñei xabarín. Teño un pero aínda está no conxelador».

 

«SOY UNA CAZADORA SIN ESCOPETA»

Mercedes Prin coincide con María Pedreira, la chica que abre este reportaje, en que si hay algo que la mueva a ella para cazar son los perros. «Me defino como una cazadora sin escopeta porque aunque no te lo creas, para mí lo de menos es abatir al animal; yo, si mis perros han hecho un buen trabajo, me voy contentísima para casa, es lo único que me importa». Ella, como el resto de las mujeres cazadoras, también mamó su afición en casa, le viene de familia: su padre, su abuelo, su tío... todos cazan jabalíes, y Mercedes, si echa la vista atrás, no puede recordar cuándo decidió hacerse cazadora. «Yo creo que siempre pedí salir con los hombres a cazar, desde que tengo uso de razón, pero sí sé que a mí, por ser chica, no me lo quisieron inculcar, salió de mí». A los 9 años consiguió entrar en ese mundo y reconoce que no es una «cazadora al uso»: «Para mí la caza es el perro, la relación con él, mi padre es más de escopeta, pero a mí lo que más satisfacción me da es saber que mi perro lo ha hecho bien».

Esa relación con el animal es lo que más le fascina (interpretar cuando te está dando la señal, siguiendo el rastro), porque por lo demás Mercedes no se ajusta al canon. «Si te digo que mi pareja es vegetariana, ¿qué piensas? Nos conocimos así, desde polos opuestos, pero yo entiendo este deporte ?es el segundo con más federados en Galicia después del fútbol? de esta manera: la caza es una necesidad, no por tener carne, sino como reguladora de especies, de la plaga del lobo y del jabalí». Ella, que siempre tuvo un carácter independiente, no se considera valiente («delante de un jabalí de 100 kilos nadie lo es»), pero  asegura que lo indispensable en un cazador es la responsabilidad y el sentido. ¿Y la paciencia? «No, no, no se puede ser un cabeciña loca». Impecable también en las formas, se fía de las mismas marcas y lleva un look muy medido. «Tengo que ir cómoda, pero compro siempre lo mismo, soy marquista, adoro los pantalones Hart». ¿Acaso Mercedes no rompe el tópico?



Federación Galega de Caza  
Estadio Vero Boquete de San Lázaro, Porta 12 - 15707 Santiago de Compostela (A Coruña)  
Tlf: 981 562 777 / Fax: 981 562 779 / federacion @ federaciongalegadecaza.com 
Aviso legal | Política de privacidade | RSS | Mapa da web         © Federación Galega de Caza