En la Costa da Morte, concretamente en la zona comprendida entre Muros y Laxe, técnicos de la Xunta y naturalistas independientes consideran que hay una decena de territorios concretos en los que se asientan manadas de lobos, de las que, al menos ocho, están confirmadas. Esto es, se han producido avistamientos, incluso con constatación gráfica, como las fotografías de la derecha, y la recogida de todo tipo de indicios: pisadas, pelo o heces, que revelan una información muy valiosa, ya que permiten conocer los hábitos alimenticios del único gran depredador presente en nuestros montes.

En un año muy bueno para la especie, como fue el 2012, en los meses de octubre-noviembre, cuando hay mayor número de lobatos, se calculaba que cada una de estas familias podía tener de media entre ocho y 10 miembros, con lo que no resultaría descabellado apuntar que en la Costa da Morte habitan en torno a un centenar de lobos.

Por más que los expertos incidan en la necesidad de preservar la especie, por la importancia que tiene en el mantenimiento del ecosistema -controla otras poblaciones, cazando por ejemplo los individuos enfermos-, su presencia goza de una mala prensa ancestral, sobre todo entre los ganaderos, por causas no siempre justificadas y que, en gran parte, tienen que ver con una deficiente protección del ganado en el monte.

Con todo, sí hay damnificados fácilmente identificables, para los que la Xunta acaba de habilitar una línea presupuestaria tantas veces reclamada. Por ejemplo, el presidente de la asociación caballar Monte Faro, Manuel Pereira, que organiza la emblemática Rapa das Bestas de Vimianzo, señala que en un año han tenido una treintena de bajas atribuidas al lobo. También constata los ataques Manuel Mouzo, presidente de la comunidad vecinal de Montecelos (Vimianzo), donde tienen una cabaña de 55 vacas vianesas.

Para paliar lo que considera un evidente problema y una fuente de conflictos, el mayor especialista en el estudio del lobo de la zona, el veterinario y exalcalde de Corcubión, Francisco Javier Lema Fuentes -a quien la Deputación de Lugo le acaba de premiar un vídeo de sus avistamientos-, invita a fijarse en lo que hacen en otros sitios. «Se vas de excursión polos Picos de Europa, ves que con cada grupo de animais hai dous ou tres mastíns enormes», señala, al tiempo que cita un ejemplo personal: en su pequeño rebaño de ovejas, todos los años perdía varios corderos a causa de los zorros. Desde que las acompañó con un mastín esas bajas son mínimas.

En cualquier caso, tanto Lema como otros entendidos en la materia invitan a considerar la riqueza que supone contar en nuestra zona con un animal tan especial «que ten no seu código xenético todas as características das distintas razas de cans».

De hecho, una de las mayores figuras mundiales en el estudio de esta especie, el norteamericano Dave Meche, acostumbrado a tratar con los animales en las inmensidades de Alaska y Minnesota, se mostró realmente sorprendido, durante una charla de hace algunos años en As Hortensias de Corcubión, que el lobo fuese capaz de adaptarse a circunstancias tan extremas y vivir en una zona tan diferente como es la Costa da Morte. Unas condiciones que modifican sus hábitos de maneras diferentes, lo que les hace, por ejemplo, depredadores o carroñeros a la hora de alimentarse, en función de las posibilidades que tengan en cada caso de acceder a las fuentes de comida.

De ahí que queden pocas dudas sobre la necesidad de protegerlo y de articular la convivencia con él del ganado.