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Afectados por el jabalí actúan por su cuenta para evitar más ataques

Cabello humano para espantarlos o bolas de alcanfor son métodos recurrentes

| Javier Romero / X.R. Alvite · 26/2/2016

Los intentos de vecinos en general, ganaderos o agricultores por librarse del ataque de los jabalíes ponen de manifiesto la gran imaginación de muchos de los perjudicados, a la vez que evidencian lo extendidas que están determinadas creencias populares. Una de estas convicciones es la que apunta a que el cabello humano es un gran repelente para esta especie, por cuanto puede hacer desconfiar a los animales de la presencia de personas y los hace desistir de nuevos ataques. 

Es por esto que muchos agricultores acuden a las peluquerías en busca de mechones para esparcirlos por sus fincas.

Otra de las prácticas más habituales, junto con la del empleo de pastores eléctricos, es la colocación de radios con música a todo volumen en las entradas de las parcelas. Este rudimentario sistema se ha modernizado considerablemente con la invención de un ahuyentador de aire comprimido que, provisto de un temporizador, simula un disparo de gran potencia cada cierto tiempo. También suelen emplearse, con la intención de hacer ruido, latas enganchadas en cintas plásticas que ocasionan un gran estruendo si el animal mueve las plantas provocando, con ello, que se aleje del lugar.

Hay propietarios todavía más radicales que no dudan en recurrir a fuertes petardos o, incluso, a esparcir pólvora por las parcelas y bolas de alcanfor que, al parecer, desprenden un olor insoportable para estos cerdos salvajes. Lo que está claro es que, ya sea con un método u otro, los problemas ocasionados por esta raza de omnívoros hace tiempo que se han vuelto insostenibles para los muchos perjudicados que hay en las comarcas de Barbanza, Muros y Noia, pero también en Santa Comba o en buena parte de la Costa da Morte.

A más

Ribeira es un ejemplo muy gráfico de los trastornos que causan tantos animales. Es público que la población de jabalíes, en el Parque Natural de Corrubedo, se ha disparado al estar prohibida su caza dentro del espacio protegido. 

La consecuencia más dramática la viven los propietarios de terrenos, que ven como, un día sí y otro también, sus fincas aparecen devastadas. En la noche del lunes, sin embargo, ocurrió un caso que evidencia como los mamíferos, cada vez más, campan a sus anchas y no tienen miedo a adentrarse en los cascos urbanos. Tanto es así que un ejemplar, lejos de temerles a los coches o a la población, no dudó en atravesar parte de Santa Uxía para recorrer buena parte de la zona portuaria. De hecho, fue cazado por una transeúnte que lo retrató cruzando un vial respetando el paso de cebra. 

El Seprona constata la presencia de trampas en el grueso de los concellos de la zona

El percance vivido el domingo en Carnota por un voluntario de Protección Civil de Cee cuando se quedó atrapado por una trampa ilegal para cazar jabalíes, durante un operativo de búsqueda del desaparecido Lino Fiúza, es solo la punta del iceberg de un hábito extendido en el grueso de los municipios que forman las comarcas de Barbanza, Muros y Noia. Esta afirmación proviene del Seprona coruñés, que gracias a su trabajo de campo, constata que los montes cuentan con numerosos artilugios para frenar los ataques de estos cerdos salvajes a propiedades o animales.

Las fuentes consultadas detallan que las trampas más utilizada son lazos, ya que para su fabricación tan solo es necesario un cable, que suele ser de bicicleta. Otro sistema utilizado, pero un poco más complejo, consiste en rociar con gasoil (que atrae a los jabalíes) una superficie cerrada con palos de la que, una vez dentro, estos animales ya no pueden salir. Las investigaciones realizadas por este cuerpo de la Guardia Civil demuestran que los jabalíes, en muchas ocasiones, se venden, y que el interés por cazarlos no se limita únicamente a evitar daños.



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