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CacerĂ­a con final feliz en la huerta de casa

Los vecinos liberan a unas crías de jabalí que habían quedado atrapadas en un solar de Monforte

| Luis Diaz · 18/4/2016

Ni biólogos ni sociedades de caza. Nadie mejor que los vecinos del barrio monfortino de O Morín para elaborar planes cinegéticos. Si hay jabalíes de por medio, son toda una autoridad. Tan acostumbrados están a su presencia que ayer pudieron capturar a un jabatillo que había quedado atrapado en una finca urbana. Era el que les faltaba por liberar, tras ayudar a salir a sus cinco hermanos de un cierre colindante. La operación de salvamento tuvo su mérito, porque la jabalina madre acechaba entre la maleza a la espera del desenlace. «Hay que tener cuidado, porque la hembra te puede hacer mucho daño. Al coger la cría, se le debe sujetar bien el hocico para que no pueda chillar. Si la madre siente que se queja, sale a defenderla», explica Juan Carlos Pérez, coordinador del operativo.

La jabalina fue noticia recientemente por elegir un solar próximo de la calle Pardo Bazán para criar a su prole. De eso hace un mes, la edad de las seis crías que amamanta. A última hora de la tarde del sábado, la familia se paseaba por las huertas próximas a las casas del Ponte da Virxe, cerca del río Cabe y en el extremo opuesto al lugar donde fueron descubiertos. Por lo que parece, la tupida ribera del arroyo de Rioseco les sirve de pasadizo para ir de un lado a otro sin asomarse a las calles. Los vecinos trataron de espantar a los jabalíes, más que nada para que no levantasen los sembrados. Pero los animales no fueron muy lejos. Se refugiaron en un solar próximo, que se convirtió en una trampa para los rayones.

La finca donde se escondieron está vallada salvo en una de las esquinas, que linda con un solar a monte. El pronunciado talud que dibuja el terreno en ese recoveco no era obstáculo para la jabalina, pero sí para los rayones. Mientras la madre entraba y salía sin problema, los jabatos fracasaban una y otra vez en su intento de imitarla. Los vecinos asistieron impotentes ayer a la escena desde primera hora de la mañana, protegidos por la malla metálica del cierre. Primero intentaron localizar al personal del servicio de Medio Ambiente, pero nadie contestaba en los teléfonos que tenían a mano. No quedaba otra solución que recurrir a su experto particular.

Juan Carlos Pérez caza desde hace veinticinco años, pero esta vez le toca ponerse del lado de los jabalíes. Entra en el cierre, aprovechando que no está la jabalina, y coloca unas tablas para que los jabatos puedan sortear el talud. El paso siguiente es empujarlos hacia ese lugar, pero no parecen estar por la labor. Después de muchos intentos, seguidos con expectación por el vecindario, cinco de los seis rayones superan el talud. Curiosamente, suben sin valerse del tablón. «Animalitos, lo que hace el miedo», dice Mari Carmen Pradera, que ya tuvo a los jabalíes como inquilinos en una de sus fincas el pasado verano.

El miedo es también el que empuja al jabato que falta en dirección contraria a sus hermanos. Encuentra la salvación por un pequeño hueco entre la alambrada y el muro de bloques, y corre sin respiro entre los vecinos que asisten al operativo de rescate en la finca del al lado. Por fin, alguien le echa la mano. El rayón no para de chillar y la jabalina sale ahora de la maleza con pinta de pocos amigos. «¡Aprieta el hocico, Suso!, ¡que no chille!», grita Juan Carlos. Suso le cierra la boca al cachorro y lo suelta para que se reúna con su madre. Tras varios intentos de salvar el talud, por supuesto sin usar el tablón, por fin recobra la libertad.

Suso es Jesús Rodríguez, marido de Mari Carmen Pradera. Tras su jubilación en Renfe, cuida como un jardín una huerta cercana por la que los jabalíes sienten especial querencia. De vez en cuando, la pareja es obsequiada con parte de alguna pieza por los cazadores del barrio. «Hay que tratarlos bien, también nos cuidan a las crías», bromea Juan Carlos Pérez. No cree que sea precisa la intervención de Medio Ambiente para alejar a la camada que merodea por O Morín. «El río va muy crecido. En cuanto baje el caudal, se irán», pronostica.



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