Es por ello por lo que el Gobierno autonómico ha tomado la decisión de levantar la prohibición de caza de jabalíes en la ría de Ortigueira y Ladrido, un lugar declarado como Espacio Natural en Régimen de Protección General además de estar bajo el amparo del acuerdo Ramsar y considerado Lugar de Importancia Comunitaria (LIC). Una decisión que llega después de que se impusiera la veda de caza hace más de doce años con el objetivo de proteger las aves de la zona.

Sin embargo, el quebradero de cabeza de ganaderos, agricultores y particulares, agotados de luchar contra los desperfectos que provoca un animal que no hace más que reproducirse, ha llevado a los técnicos de la Consellería de Medio Rural a desbloquear la prohibición en la zona protegida después de estudiar los motivos por los que la zona del Ortegal es una de las más afectadas por estos animales. Uno de ellos, según explica Olmedo, es precisamente la existencia de este área de protección, por lo que está previsto que antes de que acabe el presente año se pueda cazar en una superficie de 2.920 hectáreas entre los concellos de Ortigueira y Cariño.

Cuando se impuso la prohibición «no había tanta población de jabalíes, pero ahora la situación es distinta», explica el jefe de servicio de Caza y Pesca Fluvial. «De lo que se trata es de aplicar medidas para lograr niveles adecuados de jabalíes sin poner en peligro la economía de ganaderos, agricultores y particulares», asevera.

Además de abrir la posibilidad de caza en la zona protegida, la Xunta apuesta por aplicar medidas que distraigan al animal de irrumpir en las áreas más pobladas. Para mantenerlos en el monte, la consellería se plantea instalar dispensadores de grano y sembrar cereales.

Caza a la espera

Manuel Vierna, presidente de la cooperativa Agrortegal, cree que lo importante «no es ampliar la zona de caza, sino cazar más animales». Además, apuesta por que la práctica se realice «a la espera, no con perros, como se hace habitualmente». De este modo, explica, se evita que «quien quiera recoger setas o practicar senderismo se encuentre de pronto con los tiros de los cazadores». Más aún, asegura, cuando se permita cazar en la zona protegida, pues «está muy próxima a la costa, donde vive mucha gente».

En este sentido coincide con él Antonio Bello, secretario de la Agrupación de Cazadores del Ortegal. «La caza será más complicada, pues se trata de un lugar muy poblado. Será necesario extremar las medidas de seguridad», explica. La propuesta de Vierna sobre la posibilidad de cazar a la espera la ve con buenos ojos, «podría ser más seguro que hacerlo al gancho». En cuanto a aumentar el cupo, «es decisión de los técnicos».