Pero no es la primera vez que los cazadores de Portas alertan de la situación. El presidente de la Sociedad, Manuel Martínez Casal, había remitido hace ocho años a Autopistas del Atlántico (Audasa) una carta certificada con acuse de recibo en la que se exponía el deficiente estado y la falta de conservación de las vallas de protección. Fue el 21 de septiembre del 2001. Entonces, no obtuvieron respuesta.
El episodio de las tres vacas que irrumpieron en la autopista el pasado 13 de diciembre por un acceso sin control en Cambre (A Coruña), provocando un accidente múltiple, y un siniestro causado por un perro en el kilómetro 114 de la misma vía en el municipio de Portas tres días después llevaron a los cazadores a tomar de nuevo cartas en el asunto.
En la denuncia presentada en el cuartel de Caldas, el colectivo solicita a la Guardia Civil que inicie las diligencias oportunas para que «los responsables de la situación pongan fin a la misma a la mayor brevedad posible, antes de que tenga lugar alguna desgracia personal». En este sentido, se afirma que «el peligro que genera esta situación es máximo, poniendo en riesgo la vida de muchos conductores cada minuto».
Antes de registrar la queja, Manuel Martínez recorrió un tramo de un kilómetro para comprobar in situ cómo se encontraba la valla de protección que cierra el libre acceso a la autopista. En ese recorrido vio tramos de red destrozada y tirada en el suelo, accesos abiertos que conducen a la misma AP-9, infraestructuras que permiten a cualquier persona, sin el mínimo esfuerzo, plantarse en la raya blanca de la carretera, red lateral rota o un tubo de hormigón sin ningún tipo de protección que posibilitan el acceso de los animales al interior de la calzada.
La Sociedad alude a que es algo habitual que todos los años se produzcan varios accidentes de tráfico con animales en el tramo de la AP-9 que cruza el municipio de Portas. A veces son especies cinegéticas como jabalíes o zorros, al tratarse de una zona de paso, y otras simplemente animales domésticos los implicados en estos siniestros. Los cazadores son conscientes de que el mantenimiento afecta a muchos kilómetros de valla, pero lamentan que pasen años sin que se realice ninguna actuación de conservación. A veces es el personal de mantenimiento el que rompe los cierres al ejecutar desbroces. «A las cartas no contestan, pero al periódico sí que le hacen caso porque estuvieron haciendo unos remiendos pequeños», comentó Manuel Martínez, que en la denuncia ofrece su colaboración a la Guardia Civil. |
