La inminente apertura de la temporada de caza 2011/2012 será el punto de inflexión de la gestión del conejo de monte en España, pues durante el presente año se ha dado por zanjado el proyecto de crear una vacuna recombinante que redujera de forma significativa la incidencia de las enfermedades víricas sobre este pequeño lagomorfo.

La vacuna del conejo ha sido un proyecto en el que se han invertido miles y miles de euros de las administraciones y de los propios cazadores, a pesar de ser muchas las voces que pusieron siempre en duda su viabilidad.

Durante más de diez años se ha prometido una y otra vez la solución milagrosa a la elevada mortalidad que sufren los conejos, dejando a un lado otras posibles soluciones al problema. Durante todo ese tiempo la principal medida de gestión del conejo en Galicia ha sido la repoblación masiva con individuos de lo más variopintos orígenes, lo que ha provocado una pérdida de variabilidad genética y aún aumento de la mortalidad por las enfermedades. Esta circunstancia ha sido determinante para imposibilitar que en muchas zonas de Galicia las poblaciones desarrollasen resistencias a las enfermedades, como ha sucedido en otras regiones, como por ejemplo Navarra.

Afortunadamente en el tema de las enfermedades de conejo hace unos años que se utilizan complejos modelos matemáticos basados en la recogida de datos en el campo. Estos reproducen la epidemiología de las enfermedades en cierta medida dando una explicación a los fenómenos naturales que se observan; se podría decir que explican lo que ocurre con los conejos en función de una serie de factores que forman parte del propio modelo, por ejemplo factores ambientales como las lluvias, el terreno, la temperatura y las enfermedades (la neumonía hemorrágico-vírica y la mixomatosis).

Una de las conclusiones que se desprende de los modelos de comportamiento de la neumonía hemorrágico-vírica y de la mixomatosis es que la edad de contagio de los conejos es determinante. El impacto de la mortalidad de ambas es menor en las poblaciones densas de conejos, dada la presencia de los virus en el ambiente, facilitando el contagio a edades en las que los conejos presentan un cuadro más leve y desarrollan los anticuerpos necesarios cara posteriores reinfecciones.

Fruto de los hallazgos recientes, se ha comenzado a hablar del manejo de poblaciones naturales inmunizadas y a desarrollar protocolos de manejo encaminados a minimizar el impacto de las mismas o a incrementar según sea necesario. Tenemos que asumir que no podremos acabar con los virus, sólo intentar modificar su impacto según sea necesario. Si lo que pretendemos es fomentar las poblaciones deberíamos procurar que durante sus primeros estadios de vida (antes de las ocho semanas) entre en contacto con ellos para que se autoinmunicen. El futuro del conejo tiene un nuevo nombre: autoinmunización, siguiendo protocolos de hiperinmunización.