Revista de Prensa


Mañana será enterrado en cervantes el joven que murió de un disparo
Xosé Carreira · 29/9/2011

Las armas de caza siguen ocasionando disgustos. El joven Pablo González González, de 25 años, de Cervantes, se suma una lista de víctimas mortales que ya empieza a ser demasiado amplia. Un disparo fortuito le segó la vida en las últimas horas del pasado martes.

Los cazadores consultados ayer aseguran que más que alarmar hay que conseguir que los usuarios de armas hagan un uso responsable y seguro de las mismas. Dicen que los accidentes que se producen son escasos teniendo en cuenta el gran número de cazadores que hay en la provincia, más de 20.000.

Los resultados de la autopsia practicada al joven fallecido en la mañana de ayer pueden resultar muy aclaratorios para los investigadores quienes confirmaron que el disparo que le causó la muerte a Pablo fue totalmente fortuito. Sin embargo quedan muchas dudas, demasiadas, por despejar, sobre todo dónde iba el arma en el coche, como la cogió la víctima y como hizo realmente para que se le disparara. Sus familiares desconocen plenamente lo sucedido porque únicamente hay un único testigo de lo ocurrido, M.L.L., un amigo de la víctima. Tampoco saben si el conductor del otro coche que presuntamente pasó por el lugar se percató de lo ocurrido y si detuvo su marcha.

Pablo González había nacido en Castelo de Frades (Cervantes). Allí residen sus padres y también una hermana menor que él. El fallecido solía residir habitualmente en Lugo donde trabajaba, al parecer, de mecánico. Sin embargo iba los fines de semana y con cierta regularidad a su casa.

Ayer, sobre las tres y media de la tarde, sus restos mortales llegaron a un tanatorio de Becerreá. Procedían del Hospital de Lugo donde durante la mañana le hicieron la autopsia. El sepelio está previsto que se celebre mañana. A las cuatro y media de la tarde partirá la comitiva fúnebre hacia Santa Marta, donde está previsto que a las seis y media comience la ceremonia religiosa.

M.L.L, el otro joven de Castelo de Donís, que también residía en Lugo y que era amigo de Pablo, fue quien se encargó de ponerse al frente del coche donde ocurrieron los hechos y llevó rápidamente a su colega al hospital. Allí, agentes de la Guardia Civil se encargaron de cerrar el vehículo hasta que llegase la policía que se encargó del caso.

Familiares del fallecido se desplazaron al hospital de Lugo al ser informados de la tragedia. Ayer expresaron que no disponían de datos relativos a lo sucedido y recordaron que no habían podido hablar con el joven que estaba con Pablo. Consideraban que debía atravesar por unos momentos muy difíciles después de todo lo vivido.

El testigo de los hechos prestó declaración a lo largo de la jornada de ayer en las dependencias de la comisaría lucense. Según algunas fuentes, el vehículo fue revisado minuciosamente por parte de los agentes a los que les fue encomendada la investigación de los hechos.