Revista de Prensa


Los propietarios afectados se quejan de la falta de respuesta de la Xunta
C. Viu / J.V. Lado · 25/2/2012

Los jabalíes dañaron la madrugada de ayer una pradera en Anxeriz, una parroquia en la que no hubo batidas y a la que probablemente llegaron los animales huyendo de los cazadores de las zonas colindantes. No es la primera vez que ganaderos y deportistas siguen sin ponerse de acuerdo. Los primeros dependen de los segundos para mantener a raya la fauna salvaje, pero como no hay obligación de controlar las poblaciones, y cada tecor (terreno cinegéticamente ordenado) se organiza a su modo, los granjeros están siempre expuestos. Lo peor de todo es que la Administración tampoco ayuda. Los sindicatos se quejan de que no hay dinero para las indemnizaciones.

El ganadero de Anxeriz afectado por la acción de los jabalíes tendrá que volver a plantar la pradera. La hierba no le sirve porque está mezclada con tierra y eso se traduce en un mal silo, lleno de bacterias e impurezas. Este profesional ha perdido dinero y trabajo y no sabe si el ataque se volverá a repetir. Su denuncia es la primera de la temporada y ha llegado a Xóvenes Agricultores, que realizará los trámites para que cobre, aunque ya saben que será muy difícil.

Los sindicatos han tenido que actuar en ocasiones como mediadores para que los cazadores hagan batidas. Ramón Saleta, de Unións Agrarias, apunta que el año pasado mantuvo numerosas reuniones para preservar el maíz. Señala: «Fumos solucionando pouco a pouco cos tecores de Ponteceso e de Cabana». Reconoce que no se le puede exigir más a los cazadores, «porque é xente que traballa e teñen máis que facer pola semana» y denuncia que se están obligando a los granjeros a suscribir seguros, que resultan muy caros. También tiene muchas quejas Lara Barros, del SLG. Cree que la clave la tiene la Administración, que debe arbitrar un sistema para controlar la fauna salvaje y se queja de que «sempre teña que ser a mesma xente a que resulte prexudicada». Señala que la Xunta debe involucrarse más y reclama un sistema de equilibrio para preservar a los jabalíes, pero también a los ganaderos.