Más de 60 cazadores de fuera de Galicia y de países como Italia o Alemania ya acudieron este año a cazar al coto de A Fonsagrada, el más extenso de esta Comunidad y el segundo más grande de España. También ocupa el mismo lugar por antigüedad, según señala su guarda, Emilio Arias Fernández. Algún aficionado foráneo acabó comprando una casa para pasar temporadas cazando. En consecuencia, esta actividad tiene una importante repercusión económica en el municipio, y cuando se celebran sesiones organizadas, en las que participan entre 10 y 30 personas por día, los locales de hostelería de la villa están más concurridos.
De acuerdo con los datos facilitados por el guarda, el tecor fonsagradino tiene una superficie de 43.323 hectáreas cazables, cifra de la que están excluidas las carreteras y otros espacios forestales no aptos para esta práctica. Se constituyó en el año 1972 y tiene el número 10.002, en un registro que comienza en el 10.000.
Además de los extranjeros, de España vienen aficionados de casi todas las comunidades autónomas. El coto tiene una página web y, como en otras muchas actividades, Internet se convirtió en un efectivo medio para atraer a foráneos, que consiguen todo tipo de información y realizan las reservas. Por lo general, los cazadores de fuera, que no son socios, acuden a la caza de corzos por el sistema del rececho. Fundamentalmente la temporada se desarrolla entre los meses de abril y agosto, con ligeras variaciones según el calendario oficial y las condiciones climáticas.
Los cazadores socios practican la caza mayor por el sistema de batidas, fundamentalmente jabalíes. Durante la temporada oficial, que está ahora en pleno apogeo, los locales también van a la caza menor, casi exclusivamente a la perdiz y al conejo.
Según explica Emilio Arias, el rececho consiste en el acecho desde un puesto fijo, del que cada participante no se puede mover. Los guardas conocen los lugares a los que acuden los corzos a comer y llevan a esas zonas a los grupos. El guarda señala que la caza se centra en las primeras horas del día, por lo que los cazadores tienen que madrugar mucho, y en las últimas de la tarde.
El jabalí, al que acuden casi exclusivamente los aficionados locales, se caza por el sistema del gancho. De todas formas, el guarda aclara que si hay foráneos interesados en participar en las batidas pueden hacerlo, aunque prefieren el sistema del corzo.
Arias Fernández lleva años como guarda del coto, por lo que, además de la vigilancia y otros trabajos de control, conoce perfectamente el territorio y las zonas en las que predomina cada especie cazable. Durante la etapa del rececho está auxiliado por otro guarda que es contratado por la directiva del coto.
Además de los beneficios que reporta a los establecimientos de la zona, sobre todo a los hosteleros, la participación de los foráneos en los recechos también proporciona unos importantes ingresos al Tecor. Cazar un corzo les cuesta a estos aficionados 800 euros. Antes de comenzar el rececho tienen que pagar 240 euros, y si cobran la pieza deben abonar otros 560 euros. En el momento de la inscripción los cazadores foráneos tienen que comunicar el número de corzos que pretenden cazar, que suelen ser uno o dos. En caso de que no consiguiesen ninguno, solo abonarían los 240 euros y los 560 restantes son por caza pieza que consiguen.
El Tecor tiene muy restringido el acceso a la condición de socio. Desde hace años solo pueden serlo los naturales de la zona y sus hijos y nietos. Antes se conseguía adquiriendo alguna finca, práctica que era muy habitual. |
