José Fernández es el contraste de María: a punto de cumplir 81 años, lleva cazando desde 1958. «Legalmente, porque xa empezara a facelo con 16 anos», matiza. Eran otros tiempos. Cazador empedernido, no falló ninguna temporada en los montes de Cerceda, que conoce perfectamente. Sobre todo los de Xesteda, que es donde nació y donde está el tecor del que es socio, aunque reside en el vecino Rodís. Además de contraste por edad, es el ejemplo de que cada vez más los cazadores practican hasta más tarde. Ver a octogenarios en el monte con la escopeta no es raro. Verlos como él, con una agilidad extraordinaria que le permite correr tras los animales (ayer lo demostró) ya sí que lo es. Y con buena puntería: por la mañana ya había capturado un conejo «a 50 metros». Y con su escopeta de siempre, que tiene cerca de 40 años. Poco que ver con las modernas. «Eses rifles que custan 3.000 ou 4.000 euros». Las modernidades no van con él: «Isto foi a menos, cambiou moito, non é coma antes. Hai máis cazadores, pero algúns parece que cazan no coche, facendo ruído. Antes non facíamos ningún, axexábamos doutra maneira, e as pezas caían», recuerda.