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El jabalí duerme en el jardín
Los vecinos de la parte alta de Barcelona lamentan los daños en el mobiliario urbano que provocan los jabalíes de Collserola
| David Fernández Guerrero · 18/7/2015

"Si sales, a lo mejor te los encontrarás. En la plaza de Montbau verás tierra escarbada". Joan Anglés, miembro de la junta directiva de la Asociación de Vecinos de Montbau, es categórico. La presencia de jabalíes es la norma en este barrio del norte de Barcelona. Y, con ella, los destrozos que provocan al buscar alimentos entre los residuos: contenedores tumbados, basura desparramada. La misma situación que en Vallvidrera, vecindario situado en plena Sierra de Collserola, lugar de procedencia de estos ungulados. Los expertos aconsejan reforzar la labor de los cazadores y las campañas de concienciación para evitar que acudan a la ciudad por la comida fácil.

Los jabalíes recorren cada día los jardines que rodean los bloques de pisos de Montbau. A las nueve de la mañana, por ejemplo, es posible verlos siguiendo "el mismo camino que los niños que van a la escuela Baloo", explica Anglés. Las camadas recorren este camino para volver a sus lugares de descanso, en el bosque. ¿Qué problemas provocan? Cristina Puigdomenech, secretaria de la asociación, explica que dañan los jardines al "remover la hierba para encontrar raíces y comida". Los animales, además, tumban papeleras y contenedores en pos del alimento. Y, por si la lista de incidencias fuera escasa, también hay que tener en cuenta "el problema que pueden representar en la seguridad circulatoria [si chocan con los coches]".

La respuesta del Gobierno municipal pasa por la prevención y "las campañas de concienciación" para evitar que la ciudadanía alimente a estos animales, explican fuentes del Consistorio. El objetivo es evitar que los animales se vean atraídos por el alimento fácil que les proporcionan los vecinos. La Guardia Urbana es el cuerpo encargado del control de estos animales por encima de la Ronda de Dalt, de acuerdo con el protocolo de actuación municipal. Debajo de esta vía un técnico del Servicio de Ecopatología de Fauna Salvaje de la UAB "anestesia al animal y le aplica la eutanasia", explican estas fuentes. Uno de los últimos casos fue un ejemplar localizado en el parque de Joan Miró, al lado de la Plaza de Espanya el ocho de julio. Un veterinario le aplicó una inyección letal.

Dentro del parque de la Sierra de Collserola, el Departamento de Agricultura permite que las sociedades de cazadores organicen batidas con la supervisión de los agentes rurales —18 durante la temporada 2013-14—. Jordi Ruiz, subdirector general de Actividades Cinegéticas y Pesca Continental destaca que estas salidas han servido para "reducir de 900 a 650 el número de ejemplares que habitan la Sierra" entre las temporadas de 2012-13 y 2013-14.

Ruiz admite, sin embargo, que el efecto de las batidas —con 330 capturas el año pasado, según el Consorcio del Parque Natural de la Sierra de Collserola— se ha percibido menos en su frontera sur —la que toca con Barcelona— porque la mezcla entre bosque y trama urbana ofrece "zonas de refugio" y alimento fuera del parque. Frente a este problema destaca el "plan de trabajo conjunto" entre Generalitat, Ayuntamientos y el Parque para reducir el acceso de los ungulados a las fuentes de comida que encuentren en la ciudad.

Para Patxi Andión, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, la frontera entre la ciudad y los bosques de la Sierra es clave. Estos espacios son "refugios urbanizados donde los jabalíes se han habituado a rebuscar entre la basura", explica el ex director de la escuela de la Real Federación Española de Caza. "[A los jabalíes] se les presiona en el bosque, y por ello se van a las zonas de seguridad" en el límite del parque, añade Santiago Lavin, responsable del Servicio de Ecopatología de Fauna Salvaje. Estos expertos recuerdan, sin embargo, que no es un problema único de Barcelona. Toda ciudad en contacto con un área forestal puede sufrirlo.

Los jabalíes suelen acudir al barrio de Vallvidrera, atraídos por la seguridad y la comida que pueden ofrecerles los vecinos y los cubos de basura. Salvador Ferran, tesorero de la Asociación de vecinos recuerda que hasta 2007 era muy habitual ver "gente que dejaba bolsas de pan seco". "La gente pensaba 'pobres bestias', cuando son animales salvajes", explica. Aunque las campañas de concienciación han tenido éxito en este punto, Ferran pide sustituir las papeleras, que los jabalíes voltean con facilidad para encontrar comida, por otras rígidas.

Otra cuestión es la situación del colectivo cazador. Paco Piera, presidente de la Federación Catalana de Caza, lamenta los costes que deben afrontar los profesionales del sector. Entre ellos, "la tasa a la administración, las tasas de telecomunicaciones para los emisores, un permiso de armas, y seguros para daños propios y a terceros". "No recibimos ninguna subvención, y hacemos un trabajo", asegura Piera.

Una labor que Andión juzga necesaria porque, en su opinión, los cazadores son quienes pueden mantener a la población de jabalíes bajo control. Las consecuencias de no facilitar su trabajo, para este investigador, van más allá de los accidentes de tráfico que ocurren cuando los ungulados cruzan la carretera. Incluyen la transmisión de enfermedades a partir del contacto "con fauna urbana como roedores", explica. Afecciones que serán más difíciles de controlar "con ellos en las ciudades".



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