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Agentes Rurales, tras las matanzas de jabalíes

Esto es lo que viene sucediendo en este último verano en Cataluña, especialmente en algunas comarcas de Gerona, en donde una restrictiva gestión cinegética llevada en los últimos por parte de la Administración regional ha derivado en la explosión poblacional de los jabalíes.

| · 24/8/2015

La plaga de suidos que en la actualidad azota buena parte de Cataluña ha llevado a los Agentes Rurales a realizar operativos tan expeditivos como inéditos: transitar de noche a bordo de vehículos armados con focos y rifles para abatir a cuantos ejemplares avisten. 

En sólo tres salidas realizadas en los últimos días han abatido 137 jabalíes en una zona de unas 400 hectáreas cercana a Cruïlles (Baix Empordà). La cifra asciende a 353 ejemplares si se suman las 12 actuaciones nocturnas hechas este verano por parte de los funcionarios. 

Esta es la deslumbrante medida adoptada desde la Generalitat, intentar frenar la dramática situación que la plaga causa en los cultivos de la zona. Y es que desde hace unos meses toda la provincia de Gerona, excepto el Ripollés, está en situación de emergencia cinegética, con una densidad de entre 14 y 18 ejemplares por kilómetro cuadrado. 

Según el director de los servicios territoriales de Agricultura, Vicente Estañol, «las causas de la alarmante progresión de la población de jabalí son la abundancia de comida en zonas forestales y cultivos, el buen clima y que no tiene depredadores». En 2014 se cazaron en Gerona 12.000 jabalíes, pero la expansión de la especie no cesa. Añade también como causa el cruce de jabalíes con cerdos vietnamitas abandonados por sus dueños en zonas como Santa Cristina d'Aro y Llagoster, lo que aumenta la población de las piaras, como así indicó a el diario El País. 

¿Pero cómo son posibles estas circunstancias? ¿En una sola primavera han podido aumentar tanto las poblaciones? 

No, esta situación viene de lejos, y se vuelven a repetir los errores de esta Administración en cuanto al manejo y la gestión de ungulados silvestres. 

Ya sucedió con la propagación de enfermedades como el pestivirus que asoló hace unos años a las poblaciones de sarrios, y que tras una restrictiva gestión, en la que se redujeron los cupos de forma drástica, motivó la propagación de una enfermedad que llegó a diezmar las poblaciones de uno de los animales más emblemáticos de los Pirineos. 

En torno al jabalí sucede lo mismo. Campañas de presión contra la caza, y el vedado de muchas zonas que antes estaban consideradas como cinegéticas, ha ido poco a poco elevado las poblaciones hasta llegar a unos números insólitos, y que ahora están pasado factura. 

Unas facturas que por cierto tenemos que pagar todos los españoles, y que además de abonar los daños que ocasionan estos animales, que ya ascienden a más de 40.000 euros en sólo los 200 primeros expedientes abiertos, tendremos que sumar las faenas de los Agentes Forestales por hacer las veces de cazadores. Cazadores, por cierto, a los cuales cada año se les recortan sus derechos y se les impide practicar una ancestral afición por la que además aportarían caudales a las arcas regionales catalanas. 

La forma para desenvolver este desaguisado es clara, como sí aseveró el jefe de los Agentes Rurales: «la única solución pasa por cazar y cazar, hacer batidas y usar todos los sistemas autorizados por la administración para eliminar ejemplares hasta normalizar la situación»

Esperemos que la Administración catalana comprenda los graves perjuicios que se pueden ocasionar en la naturaleza si se juega con ella, y no se hacen los deberes temporada tras temporada.



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