La situación de la reserva nacional de caza de Os Ancares es alarmante por la desaparición paulatina del corzo en los últimos años, que ha dejado un censo de solo 159 animales, según el que han realizado los técnicos antes del invierno. La realidad a día de hoy podría ser aún peor debido a las intensas nevadas de los últimos meses, que causan estragos por falta de alimento, al tiempo que facilitan la caza al lobo.
La alarma saltó el otoño pasado cuando algunos expertos publicaron que la cabaña de corzos era preocupantemente baja, y la de rebecos también. Sin embargo, de esta última especie no se tienen datos porque su hábitat en Os Ancares está repartido entre Lugo y León y no se ha realizado un estudio conjunto de las dos comunidades.
No obstante, el efectuado por la Consellería de Medio Ambiente sobre el corzo en los meses pasados arroja un número muy preocupante: 159. En el año 1996 había en la reserva nacional de caza de Os Ancares -que es solo una parte de la sierra- 534 animales. Un lustro después (2001), el número había bajado un 14% y fueron contabilizados 459 ejemplares. Ello significaba un descenso relativo, pero el recuento de cinco años más tarde, el del 2006, ya hizo saltar las alarmas: se había perdido el 46% de la población y de 459 ejemplares se había pasado a 245.
Cien hembras
La Consellería de Medio Ambiente, gobernada todavía por el PSOE, explicó recientemente que ante esa situación se decidió reducir el número de permisos de caza y realizar prospecciones anuales para poder seguir la población de corzos con más detalle. Pero solo sirvió para constatar que los datos fueron a peor, porque el censo efectuado en el 2007 descubrió una bajada del 20% de la población en un solo año, y el del 2008, de casi otro 20%, lo que deja el balance final en 159 ejemplares de corzo, cien de los cuales son hembras.
Además de estos censos anuales, Medio Ambiente inició varios estudios para determinar las causas del bajón. Uno de ellos, para ver cómo afecta la población de lobos a los corzos de Os Ancares, ya que varios expertos y también cazadores aseguraron desde diversos foros que la prohibición de cazar estos cánidos en los últimos años había provocado una sangría de corzos y rebecos. Se pretende determinar especialmente el tipo de alimentación, las presas que come el lobo en los territorios de la reserva de caza.
Estudios paralelos tratan de determinar el éxito reproductor del corzo y la incidencia de otros depredadores, como el zorro o pequeños carnívoros que pueden alimentarse también de las crías. Se ha firmado asimismo un convenio de colaboración con la Facultad de Veterinaria de Lugo para analizar las muestras de todos los animales cazados en la reserva de Os Ancares.
Ninguno de estos estudios ha dado resultados por ahora, pero la Consellería de Medio Ambiente del anterior Gobierno de la Xunta trató de restar importancia en principio a la presencia del lobo, apuntando otras causas. Por ejemplo, «que as poboacións de corzo de Os Ancares son das máis antigas de Galicia, caracterizadas por ter moi altas densidades, e, como sinala o departamento de Patoloxía Animal da Facultade de Veterinaria de Lugo, cando se dan esas circunstancias producen unha serie de fenómenos, como o incremento da competitividade e agresividade, a falta de alimento dispoñible e situacións de forte estrés, que son un potente inmunosupresor que favorece a instauración de procesos infecciosos».
Invasión de los valles
Otro posible factor que se decidió estudiar fue la evolución de la cobertura vegetal, especialmente el posible aumento de la zona boscosa y de matorral, en detrimento de áreas de alimentación adecuadas. Hay que destacar que en los últimos años los corzos han invadido valles y zonas ganaderas de casi toda Galicia, mientras están casi desaparecidos en su antiguo hábitat natural, como los picos de Os Ancares, uno de los lugares más conocidos y valorados por cazadores de todo el mundo.
De hecho, la reserva nacional de caza era una fuente de ingresos importante para los habitantes de la zona propietarios de tierras. El recurso cinegético siempre fue aplicado por la Administración como uno de los más eficaces para fijar población en estas zonas montañosas y evitar que quedasen abandonadas, porque de lo contrario serían pasto de las llamas.
Sin embargo, en los últimos años el número de permisos de caza y, por tanto, de ingresos para los propietarios de montes ha caído en picado. |
