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A la caza del jabalí
Los ganaderos advierten de una nueva oleada de ataques de estos animales salvajes a sus cultivos y exigen a la Xunta el pago de las ayudas por daños de los últimos dos años
| X. González · 1/5/2011
La Xunta no ha pagado las ayudas de los últimos dos años por daños del jabalí en cultivos. Los ganaderos reniegan de su condición de paganos del desaforado crecimiento de una especie que, con el paso de los años se vuelve más y más temeraria. Los silos de maíz son el nuevo objetivo de unos animales que hasta hace pocos años se limitaban a levantar o aplastar los cultivos más alejados de las viviendas. La cuantía de los daños a las explotaciones, varios miles de euros cada año, puede suponer la puntilla para un sector en crisis

Jonathan Swift relata en Los Viajes de Gulliver el método ideado por un sabio de Balnibarba, uno de los pueblos visitados en su periplo, para labrar la tierra con la ayuda de una piara de 600 cerdos. Bastaba con enterrar en el terreno castañas, dátiles y otras frutas del gusto de estos animales para que la removiesen en pocos días. En la novela ya se apunta que el sistema no es muy útil, pero lejos de la ficción el ganadero gallego José Randulfe recuerda este episodio cada vez que observa los daños que el jabalí causa en los pastos que alimentan a sus vacas. El productor del concello lucense de Carballedo, próximo a Chantada, advierte de que su explotación de vacuno de leche utiliza el pastoreo extensivo y lamenta que la Xunta le debe ya dos años de ayudas para paliar los destrozos causados por estos animales salvajes, cuya población en Galicia se triplicó en la última década.

Ninguna provincia gallega se salva de los daños de los jabalíes en las explotaciones ganaderas. Muchas de ellas acumulan deudas de la administración autonómica por la cuantía máxima a la que tienen derecho, 1.500 euros por explotación y año. Jesús Conde, propietario de una granja de leche en A Estrada (Pontevedra), denuncia que "la Xunta pretende evadirse de su responsabilidad". Los ganaderos inciden en que las subvenciones que el Gobierno gallego les debe no cubren la totalidad de los daños, sino tan solo los gastos de semillas y el abono para preparar las tierras. El trabajo y la alimentación que han de comprar para sustituir los cultivos destrozados corre de mano de los propios productores.

Ante esta situación, los ganaderos critican que la solución impulsada por la Consellería de Medio Rural se reduzca a ampliar las batidas en 24 concellos donde en los últimos tres años se observaron mayores daños por ataques de jabalíes.

Otro propietario de una granja de vacuno orientada a la producción de leche en Oroso, Alejandro Rial, apunta que "si este animal forma parte del patrimonio, entre todos habrá que hacerse cargo de su mantenimiento, no solo los ganaderos". "No podemos mantener la fauna para que otros la disfruten", advierte José Randulfe.

Aunque en algunas zonas la caza puede rebajar la presión de los jabalíes sobre los cultivos -en Silleda se han llegado a matar seis ejemplares en una misma batida-, en otras zonas no parecen ser efectivas. Los ganaderos de Oroso, por ejemplo, aseguran que la proximidad del río Tambre "provoca que los animales crucen al otro lado y escapen a los cazadores".

Los productores califican el aumento de la población de jabalíes en muchas zonas de Galicia de "progresión geométrica". La expansión de terrenos sin cultivar donde pueden reproducirse con tranquilidad, la ausencia de depredadores naturales y la abundante comida provocan, como apunta Randulfe, que las hembras puedan hacerse cargo de dos camadas de 7 crías cada año. Conde concreta que, sin contar los últimos cinco o seis años, pocas veces en sus 52 años "había visto un jabalí". Sin embargo, ahora ha avistado "manadas de 13 animales".

Los jabalíes son cada vez más atrevidos y ya no se limitan a alimentarse en terrenos alejados de las casas. El ganadero estradense relata cómo seis jabatos que habían perdido a su madre -seguramente en una batida- se acercaron durante un tiempo a un silo de maíz próximo a su casa: "Me daban pena porque la verdad es que cuando son pequeños son preciosos. Les dejaba comer un poco y luego los ahuyentaba".

Otros ganaderos concuerdan en que el problema no son los machos aislados, sino las hembras y sus camadas. Conde señala que "es asumible perder 500 o 600 metros de maíz, pero no cuando los daños ascienden a tres hectáreas o como sucedió aquí. Se ha dado el caso de que los jabalíes levantasen el tres veces el maíz plantado en el mismo terreno sin dejarlo crecer". Los problemas se agravan en las zonas sin concentración parcelaria. Rial comenta que cuenta con cuatro pastores eléctricos para evitar los ataques para defender 50 fincas. "La solución que propone la Xunta es que nos hagamos seguros", asegura el ganadero de Oroso, quien critica que el Gobierno quiera hacer recaer una vez más los gastos en los productores.

Los daños del jabalí suponen una piedra más en el camino de ganaderos amenazados por el aumento de los precios de las materias primas. Algunos apuntan que los más desesperados podrían optar incluso por medidas drásticas como el envenenamiento. Otros prefieren tomárselo con humor y lamentar que el "fresado" que el jabalí efectúa en los terrenos no los deje preparados para cultivar de nuevo.


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