La temporada de rececho
comienza en Galicia el próximo
fin de semana tras el parón en la
actividad cinegética desde que se
terminase la época de caza, que
abarcó desde el mes de octubre
hasta febrero. El rececho es una
de las formas de caza más ancestral
de todas las utilizadas por el
hombre, que continúa vigente en
la actualidad.
Esta modalidad se practica a
pie y, salvo los medios tecnológicos
de los que el hombre se ha ido
valiendo según han avanzado los
tiempos, el sistema sigue siendo
el mismo que el que ya utilizaban
los cazadores más primitivos. Se
basa en localizar el animal que
reúne las condiciones para ser
abatido, ya sea por su trofeo o por
ser un animal con alguna tara que
debe ser abatido como selectivo.
A continuación, el cazador analiza
su situación sobre el terreno y
busca la mejor forma de entrarle,
pues a veces no resulta fácil y hay
que dar grandes rodeos para que
el animal no detecte la presencia
de ninguna visita inesperada a su
alrededor.
Hay que avanzar siempre con el
aire en contra y con el mayor sigilo,
tratando de no hacer ni el más
mínimo ruido. Entonces, cuando
se estima que el animal se encuentra
a distancia de tiro, el cazador
comprueba con los prismáticos
que se trata de un ejemplar abatible.
Busca un apoyo que suele ser
una mochila si se hace cuerpo a
tierra o una vara, si se realiza erguido.
Después, se mete el animal
en la cruz de la mira, buscando
en su anatomía un punto vital,
se acciona el disparador y suena
el estruendo del disparo.
Una vez abatido, llega la hora
de comprobar si los prismáticos
fueron fiables ya que, en ocasiones,
las sorpresas se convierten en
desilusión transitoria. Entonces
se transporta la pieza y, una vez
en el punto de encuentro, los cazadores
celebran la comida de rigor
y se realiza la firme promesa de
regresar el año siguiente.
Hay personas que opinan que
para cazar un corzo ‘medalla de
oro’, el rececho en Galicia no es el más adecuado. En lo que sí se
suele estar de acuerdo es que, a la
hora de encontrar el romanticismo
de un hermoso lance, nadie
puede dudar de las satisfaciones
que puede dar el hecho de realizar
esta práctica en Galicia. El
cromatismo de su naturaleza, las
fragancias de los cultivos, el canto
de los pájaros o los grillos, conforman
una sinfonía armónica de
sonidos, que invade de paz. |