La reencarnación existe. El espíritu destroyer de los Andrade se ha apoderado de sus símbolos totémicos. Los jabalís, que antaño representaban a los temidos caballeros del Eume, andan ahora envueltos en mil escaramuzas por los montes gallegos. Abandonaron los escudos para continuar con la saga de destrucción de sus dueños y señores. Por los bosques corretean 40.000 ejemplares, saqueando las posesiones humanas, alimentándose de las cosechas de maíz cultivadas por los sufridos campesinos. Cada año son abatidos el 17,5%, unos 7.000 animales a través de partidas de caza autorizadas. Pero su reproducción no tiene límites, para pesar de los agricultores.

Según datos aportados por Unións Agrarias, "un 7% do millo galego queda destrozado cada ano debido á acción dos porcos bravos en Galicia". Las pérdidas únicamente en maíz forrajero podrían superar este año los 6 millones de euros. Si añadimos los desmanes cometidos en prados y otros cultivos, tendríamos pérdidas por 7,5 millones de euros cada ejercicio. El sindicato Unións Agrarias (UUAA) analiza cada mes los datos de la debacle, sobre todo en Lugo como provincia más afectada. Según Jacobo Feijóo, secretario de Desenvolvemento Rural de UUAA, "tras a fin da peste porcina africana, esta especie expandeuse ao loco a finais dos 80 e principios dos 90". El jabalí pasó de ser una presencia anecdótica a invadir las calles de municipios como el de Cariño. El abandono del monte provocó que los porcos bravos se alimentasen en los cultivos del campesinado, "nun proceso de humanización, non teñen medo ás persoas xa que o máis goloso para eles é o millo".

Y desde hace cinco años, incluso devoran "as sementeiras, levantando toda a terra". Como explica Jacobo Feijóo, "realizan tres tipos de danos: na sementeira entre abril e xuño, no mes de setembro, e nos campos arados durante todo o ano". Levantan la tierra y devoran todo lo que encuentran. Entran en las huertas destinadas al autoconsumo y arrasan con las patatas. En la zona de la Ribeira Sacra ya provocan considerables desperfectos en los viñedos. Sin miedo al hombre, también rompen "os plásticos do silo". En ocasiones, incluso protagonizan incidentes con los perros en una lucha territorial.

Y los campesinos hacen lo que pueden. Jacobo Feijóo señala que "a Xunta non pagou nin un euro en axudas por estas perdas no 2010, e para o 2011 nin sequera consignou orzamentos". Atrás quedan aquellos rudimentarios remedios caseros como la colocación de radios en la huerta a modo de espanta-jabalís.